Y un día de agosto el rey cerro los ojos. La flor en forma de corazón se marchitó. La gran cascada por un instante se congeló. La pantera negra que vivió en él comenzó su viaje hacia el árbol del plano ancestral. Y entonces llegó el momento de la gran pregunta: ¿quién gobernaría la pequeña y fuerte nación de Wakanda?
A ojos del resto del mundo, Wakanda solo era un país subdesarrollado más en el centro del continente africano arropado por cordilleras montañosas y frondosa selva, pero escondía un gran tesoro con un secreto. “Hace millones de años, un meteorito formado por vibranium, la sustancia más fuerte del universo, impacto en el continente de África, afectando a la vida vegetal de su alrededor” sonaban esas palabras siempre con el mismo tono de sabiduría cuando el niño le preguntaba cómo llegaron a tener una tecnología innovadora y futurista. Su padre llevaba años siendo el rey de esas tierras, y antes de él su padre, una herencia desde el primer chamán de Wakanda.
Con canas ya en su bigote podía recordar cada una de las batallas que vivió siendo joven y cada una de ellas se las contaba al pequeño T’Challa. Y era allí, sentados los dos en la cueva más alta de la montaña, donde sentía que su padre era como un libro de historia wakandiana que no podía parar de escuchar cada una de las escenas que describía mientras el sol se iba escondiendo entre los altos árboles. “Las cinco tribus vivieron en guerra constante entre ellas hasta que un chamán guerrero tuvo una visión de la Diosa Pantera que le guio hasta la hierba en forma de corazón, una planta que le concedió fuerza, velocidad e instinto sobrehumanos. El guerrero se convirtió en el rey y en el primer Black Panther”, lecciones históricas que él sabía que su padre se las contaba para guiarle cuando tuviera que elegir sucesor.
Tras la muerte de su padre, T’Challa dejó de ser el hijo primogénito para convertirse en el rey de la pequeña nación de Wakanda. En esos momentos, siempre recordó las palabras de su padre “El guerrero se convirtió en el rey y en el primer Black Panther”. Pasaron los días, y mes a mes, empezó a convertirse en el mejor guerrero que podía haber en toda África, comenzó a invertir más tiempo siendo héroe que gobernante. Vestido con un traje de alta protección, de tejido negro, máscara con ojos felinos y uñas de vibranium, su papel de Black Panther le hizo ser uno de los Vengadores más famosos. Y, aunque no tardó en volver a su lugar de origen, T’Challa ya no vería más atardeceres en lo alto de la montaña.
En ese mes de junio, tras el regreso a su país natal, comenzó a experimentar síntomas poco habituales en su cuerpo: debilidad, fatiga, molestias abdominales… Pero el síntoma que más le asusto fue la rápida pérdida de peso. En esos instantes, pensó que lo mejor sería visitar a su hermana Shuri, la mejor investigadora y científica del continente, para que le hiciera las pruebas pertinentes y descartará algún problema de salud. En una sala, blanca y limpia, con grandes cristales donde se podía apreciar un color verde que le transportaba al corazón de la selva, T’Challa recibía la peor noticia que un guerrero podría vivir. Tras una serie de pruebas con grandes maquinas creadas con vibranium, un par de análisis de sangre y aguantar las teorías de los experimentos de Shuri; los resultados salieron a la luz. Fueron rápidos, claros y fiables. El rey de Wakanda padecía de cáncer de colón.

Él sabía por que lo decía. El mandatario anterior de la tribu del hielo llevaba años luchando por el trono, y aun que su hijo era su amigo, no quería arriesgarse a poner Wakanda en malas manos. M’Baku era un joven alto, grande y atlético, de tez más clara que la suya a causa de que vivía en el interior de la montaña lejana, entre el hielo y la nieve. Era una de las tribus más fuertes, después de los guerreros de la tribu de la Frontera. Sus ropas estaban creadas con pelo de animal, pero reforzadas con vibranium, siempre iban acompañados de sus armas fuertes que utilizaban para entrenarse a diario. “¿Podría ser un buen gobernante?” se preguntó para sí mismo varias veces, a pesar de las luchas que tuvieron en el pasado, T’Challa sabía que M’Baku podía aguanta la responsabilidad de ser el nuevo chamán guerrero.
Aun así, su mente ya estaba distraída con otro nombre: Shuri. Esa pequeña y revolucionaria niña había crecido como él con las historias de su padre, conocía cada hoja y árbol que vivía en la selva, y a su corta edad ya llevaba dirigiendo el laboratorio de vibranium varios años. “No, pero el Consejo nunca la respetará. Ella y sus cortantes y malas declaraciones que no debería de hacer” recordó los comentarios que hizo y que nunca llegó a gustar al Consejo, lo que provocó que nunca más fuera invitada en las grandes reuniones con los mandatarios. Era una gran decisión la que el felino héroe debía de tomar en poco tiempo.
Nunca llegaron los wakandianos a saber la decisión que tomo T’Challa. La enfermedad siguió creciendo y expandiéndose demasiado rápido. Cada día que pasaba su movilidad se iba reduciendo, su cuerpo comenzó a estar demasiado cansado, sus piernas decidieron estar más tiempo sentadas que de pie. Esa noche calurosa del 29 de agosto, el rey decidió irse, pero Black Panther cerró los ojos para volver al árbol del plano ancestral y continuar siendo el mejor héroe.
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